Según investigaciones de la DEA, el comandante iraní orquestó un plan para que un supuesto sicario del cártel mexicano asesinara al embajador de Arabia Saudita en EU usando explosivos.

El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, acusó este viernes al fallecido líder de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani, de estar detrás de uno de los complots que más cerca ha estado de involucrar al narcotráfico mexicano con el terrorismo islámico: una trama para hacer volar varias embajadas israelíes y asesinar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos mediante un sicario de Los Zetas experto en autos bomba.

Qasem Soleimani murió tras un bombardeo en Irak.

En un hilo de Twitter, Pence vinculó a Soleimani con una serie de acciones de corte terrorista, entre las que incluyó la conjura para asesinar en 2011 al entonces embajador saudí Adel Al-Jubeir, para la cual la Fuerza Quds -y Soleimani-, pagaron a un empresario iraní-estadunidense para que contratara a un sicario en Tamaulipas que haría volar al diplomático árabe.

En compensación, Teherán le abriría el mercado del opio del Medio Oriente a Los Zetas.

«(Soleimani) organizó el intento de asesinato contra el embajador saudí en Washington, DC, en 2011, preparando un ataque terrorista en suelo estadunidense», posteó Pence.

Lo que Pence no detalló y no cupo en el tuit es parte ya de la historia: en octubre de 2011, el Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló que había detenido a Manssor Arbabsiar, un empresario iraní-estadunidense al que acusó de haberse reunido con un informante de la DEA en Tamaulipas en múltiples ocasiones. El agente encubierto se hizo pasar por un alto jerarca de Los Zetas. De acuerdo con documentos judiciales del caso, públicamente disponibles, entre mayo y octubre de 2011 Arbabsiar y el supuesto líder del narco mexicano afinaron los detalles del que sería el más grande atentado terrorista en Estados Unidos en una década: la explosión en un restaurante repleto de civiles o de la embajada de Arabia Saudita en Washington. Para ese trabajo, Arbabsiar ofreció pagar al falso sicario 1.5 millones de dólares por detonar un coche bomba. Una opción era hacerlo explotar frente a la embajada árabe. La otra, detonarlo frente a un restaurante popular entre la clase política estadunidense, en el que el embajador solía cenar. Cuando el supuesto sicario de Los Zetas le dijo a Arbabsiar que de proceder en contra del restaurante podría haber víctimas colaterales, su respuesta -grabada- denotó sangre fría: «Quieren que se echen a ese tipo (el embajador) si se mueren cien personas, que se jodan». Y es que las conversaciones aquí descritas fueron grabadas por el informante de la DEA, conocido solo como CS-1 o Informante Confidencial-1 e incluyeron otros proyectos en los que se involucraría a Los Zetas como socios de la Fuerza Quds, entre los que se mencionaron la voladura de las embajadas israelíes en Washington y Buenos Aires, Argentina.

Fuente: Milenio