Sebastian Kurz pacta con los Verdes un acuerdo de gobierno inédito en Europa que será sometido a la votación de las ejecutivas de ambas formaciones

El canciller austriaco, Sebastian Kurz. AFP

Austria no teme en política a los experimentos. Tras un gobierno de coalición formado por populares y ultraderechistas que terminó en elecciones anticipadas, el destino de la república alpina pasará a manos de populares y verdes, un formato sin precedentes en ese país, que logra de esa manera lo que parecía imposible, la cuadratura del círculo. Tres meses de negociaciones y mucha filigrana han sido necesarias para que el Partido Popular de Austria (ÖVP), de Sebastian Kurz, y los Verdes, con Werner Kogler a la cabeza, entendieran lo mismo por defensa de la fronteras frente a la migración y del medioambiente.

El pacto de gobierno, un documento con mas de 300 páginas, será sometido mañana al visto bueno de la ejecutiva del ÖVP y el sábado al de los Verdes, convocados en congreso para ello. Los negociadores no dudan de que será aprobado.

«No ha sido fácil llegar hasta aquí», coincidieron Kurz y Kogler en la presentación este jueves de un acuerdo para el que no había alternativa. El ÖVP y los Verdes no sólo fueron los dos únicos partidos que salieron fortalecidos de las elecciones anticipadas de septiembre, sino que además sumaban. Los socios preferentes del ÖVP, los ultraderechistas del FPÖ, se autoexcluyeron de las quinielas para renovarse y recuperarse en la oposición del escándalo de Ibiza protagonizado por su ex líder, Heinz-Christian Strache. La reedición de una coalición con los socialdemócratas estaba, a priori, excluida, y la aritmética hizo posible una alianza de izquierdas que desplazada a Kurz del poder. Las diferencias entre conservadores y ecologistas eran, no obstante, tan pronunciadas que algunos analistas aventuraron que sería como mezclar agua y aceite.

Por responsabilidad política o por atracción del poder, Kurz y Kloger han hecho Historia con su inédita alianza. Entre bambalinas, sin apenas filtraciones, han negociado programa de gobierno y sillones prácticamente a la vez. El gabinete contará con 13 ministros y dos secretario de Estados -nueve mujeres y ocho hombres-, además del canciller federal (Kurz) y el vicecanciller (Kogler). El ÖVP, que con el 37,46 % de los votos recabados en las legislativas de fines de septiembre cuenta con 71 escaños ocupará diez carteras, entre ellas las más importante: Finanzas, Interior, Defensa y Asuntos Exteriores. A ellos se añada una nuevo ministerio, el de Integración, al frente del cual estará Sussane Raab, una persona de la confianza de Kurz procedente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Los Verdes, que recabaron el 13,9 % de los votos y cuentan con 26 escaños en el Parlamento, serán responsables de tres carteras de gran proyección social y entre ellas un superministerio, el de Infraestructura y Medioambiente.

El antiguo y futuro canciller Kurz, el hombre fuerte en la política austríaca y tan corredizo como pragmático, ha hecho lo justo para asegurarse la alianza. Ha proclamado que Austria será neutral en emisiones de dióxido de carbono en 2025, pero también que la lucha contra la inmigración ilegal proseguirá. Ha dado continuidad a algunas de las medidas impuestas por su anterior socio de gobierno y logrado que los Verdes sean partícipes de la prohibición del velo islámico para alumnas en guarderías y colegios y de una controvertida prisión para solicitantes de asilo considerados peligrosos, aunque no hayan delinquido.

«Una mayor protección climática tiene su precio», declaró el jefe de los Verdes en el Tirol, Geebi Mair, a la agencia austríaca APA, al admitir que «resulta doloroso aceptar muchas de las políticas derechistas de los populares».

 El esfuerzo mereció la pena. Los Verdes acceden por primera vez en la historia de esta formación e Austria al Gobierno, que usarán como trampolín para buscar aliados en Europa. Como otros partidos y formaciones ecologistas, Los Verdes austriacos quieren imponer «tasas aduaneras ecológicas, las únicas que tienen sentido», subrayó Kogler. En casa, los Verdes tendrán manos libres para introducir paulatinamente medidas para encarecer las emisiones de CO2, entre ellas un impuesto adicional a los billetes de avión. El objetivo es que «volar sea más caro de lo que es ahora y el tren más barato», comentó Kogler.

Los socios de los populares también podrán poner en marcha medidas para aumentar la transparencia en la administración y ampliar las competencias del Tribunal de Cuentas en el control de las finanzas de los partidos políticos y empresas con participación estatal, aspectos éstos a los que el partido había dado gran importancia en su campaña electoral.